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COVID-19 vs REBROTES Rebrotes o segunda ola?

  • Foto del escritor: xavierferezruiz@gmail.com
    xavierferezruiz@gmail.com
  • 29 jul 2020
  • 6 Min. de lectura

Ferez Ruiz Xavier: Consultor técnico-científico de ADERAVA www.aderava.com



Los rebrotes que estamos padeciendo en España tras el levantamiento del estado de alarma, que algunos han llegado a calificar de “segunda oleada” presentan numerosas diferencias con los primeros brotes del inicio de la pandemia (ver Fig.1). Podríamos citar algunas desde diversos puntos de vista, pero desde nuestro punto de vista de la inmunología, es innegable que el carácter asintomático que presentan la mayoría de los sujetos diagnosticados nos señala algunos acontecimientos que no deberíamos obviar ni dejar de estudiar, nuestra inmunidad, como era de esperar, ha tomado el protagonismo.


Decía un ilustre doctor en física, trabajador de una oficina de patente y frustrado profesor universitario, que todo es relativo a nuestro sistema de referencia. Desde que Albert Einstein participará en la publicación de la teoría de la relatividad general unos años antes de la mayor pandemia conocida…” no hemos aprendido nada”.

En estos días de verano de 2020 la población española está volviendo a padecer los azotes del COVID-19. Estos “rebrotes” ya se están calificando como nueva segunda oleada por el número de infectados, la gran mayoría asintomáticos, que son detectables por pruebas de biología molecular o pruebas de bioquímica.

Estos nuevos infectados acuden, en un elevado porcentaje de casos, a comprobar su posible contagio, por voluntad propia o por petición expresa de las autoridades competentes al confirmar que sujetos de su entorno socioeconómico han dado positivo.

En estos rebrotes se aprecia como los casos, en una gran proporción, son asintomáticos, evidencia que ya fue sugerida por este autor en los meses anteriores del pico de la pandemia, a pesar del resultado del estudio de seroprevalencia del gobierno de España donde se notificó que alrededor del 5 % de la población presentaban anticuerpos en las pruebas serológicas y que por lo tanto, la inmensa mayoría de la población española, aún no había pasado la infección vírica de este coronavirus protagonista, unos 100 años después de publicarse la teoría de la relatividad general.

Quizás como pensaba Albert Einstein, estos nuevos rebrotes son los mismos que en los inicios de la pandemia, pero observados desde un nuevo sistema de referencia. Así es, en nuestro país, a mediado de marzo, empezamos a ver parte de una realidad desde dentro, posiblemente la película que empezamos a ver ya había comenzado a rodar hacía varias semanas, pero sólo pudimos comenzar a ver el nudo de esta novela de ciencia ficción, cuyo desenlace pudimos todos ver y sentir, con las posteriores medidas severas de restricción en la movilidad de la población y en nuestros derechos personales.

Sin duda nos perdimos el planteamiento de la primera edición de esta historia que seguro ya irá por bestseller, cuyo nudo comenzó el 13 de febrero con la primera muerte por SARS-CoV19 en España, seguido del desenlace, un mes después, el día 14 de marzo, con la declaración del estado de alarma.

Cuando aún algunos pensaban que estábamos escribiendo el final de esta historia, estamos viviendo en estos días lo que sería, lo que es, lo que tuvo que ser, el planteamiento que nos perdimos en el surgimiento de esta pandemia del COVID19. Estamos asistiendo desde un nuevo sistema de referencia, desde una nueva perspectiva, estamos observando desde afuera, con un abanico más amplio, con nuevos medios a nuestro alcance, como surgen brotes puntuales que van en aumento exponencial día a día, hasta transformarse, esperemos que no, en brotes comunitarios que llegaron entonces a afectar a toda la geografía española en los primeros meses de la declaración de esta pandemia (ver Fig.1.).


Fig.1. Podemosapreciar la evolución de la pandemia de COVID19 desde los días anteriores al estado de alarma hasta el inicio de rebrotes tras su levantamiento



Posiblemente en esas primeras semanas o meses donde el virus ya estaba entre nosotros, hacíamos vida normal y nos fuimos contagiando masivamente hasta tal punto que el virus alcanzó a los grupos más vulnerables desde un punto de vista clínico e inmunológico, llegando las primeras señales de alarma con las primeras muertes por SARS-CoV2….pero ya fue demasiado tarde….. o demasiado temprano, para que nuestro sistema inmune hubiera podido reaccionar haciendo frente a esta nueva amenaza, ya que según los resultados de la encuesta de seroprevalencia del ministerio de sanidad, el 95 % de los españoles aún no habíamos estado en contacto con el COVID19. Pero quizás los primeros acontecimientos durante el planteamiento de este drama sociosanitario no hayan sido así, como apuntaba esta encuesta, sino tal como está ocurriendo ahora, ahora que estamos monitoreando paso a paso, día a día la escalada de estos nuevos rebrotes puntuales, ahora que estamos observando la realidad desde un nuevo sistema de referencia, ahora que el virus estaba en nuestras ciudades, en nuestros pueblos y nosotros hemos ido llegando, hemos ido saliendo progresivamente, poco a poco, del confinamiento obligatorio, a diferencia de la primera edición, donde nosotros estábamos en nuestro entorno de confort y el virus fue poco a poco colonizando espacios vírgenes de nuestro entorno inmunitario.

Pero esta no fue la única diferencia, en contra de muchos autores que presuponen que el virus COVID19 de estos rebrotes ha mutado y que viene menos virulento y con mayor capacidad de transmisión, podemos señalar la posibilidad, tal como recalcaba este autor hace unos meses, que la principal diferencia de esta nueva edición del SARS-CoV2 es que los protagonistas humanos, en una gran proporción, presentan una nueva inmunidad más poderosa y amplificada, a diferencia de nuestra inmunidad innata que tuvo que hacer frente al virus en los primeros meses. Esta inmunidad adaptativa o de memoria, tanto celular como no celular (humoral), no sólo les permite hacer frente a estos nuevos rebrotes con mayor eficacia y eficiencia sino que al mismo tiempo, reducen la carga viral cuando actúan de vehículo transmisor de la pandemia al neutralizar en mayor proporción al agente vírico antes de sus diseminación por el aire.

El aumento de nuestra capacidad a la hora de realizar test PCR y pruebas serológicas, con cerca de 40.000 al día, según las Comunidades Autónomas, nos ha dotado de una nueva visión en 3D de lo que está ocurriendo. Pero el virus no ha mutado, no ha sido este antagonista de nuestra novela, ha sido su protagonista, nuestro sistema inmunitario que ostenta el mayor índice de hipermutación somática conocido. Por si los espectadores, a esta altura de la película lo desconocían, nuestras células del sistema inmune están capacitadas para mutar, con un reordamiento de sus genes, que les posibilita de forma natural desde hace ciento de millones de años, producir vacunas de forma natural, segura y efectiva. Y eso es lo que ha estado ocurriendo a cientos de miles de infectado asintomáticos en los sucesos previos a la primera ola de esta pandemia.

La encuesta epidemiológica del estudio nacional de sero-epidemiología de la infección por SARS-CoV2 en España del ministerio de Sanidad en colaboración con el instituto Carlos III investigó sólo la presencia de anticuerpos, es decir investigó la inmunidad humoral, no tuvo en cuenta la inmunidad celular a la que nos referimos, y la que habría dado positivo, si se hubiera investigado, pues según mucho autores y como señalamos en otras reflexiones de esta saga de “COVID19 vs……”, el 80 % de los infectados son asintomáticos y han desarrollado una fuerte inmunidad adaptativa celular, tal como ahora están señalando los estudios que se están llevando a cabo durante la creación de una vacuna para el COVID19 y que algunos autores adelantaron en anteriores brotes de coronavirus del SARS-CoV1 y MERS.

Los episodios de rebrotes que estamos viviendo ahora en territorio español nos debería hacer pensar que quizás estamos volviendo a ver los inicios, que nos perdimos, de la misma película de hace unos meses, y tenemos la suerte de ver cómo evolucionaron los casos entonces y la oportunidad de actuar ahora, ya que afortunadamente en este caso podemos escribir el guión, pues a fecha de hoy (27/07/2020) con el aumento de los sujetos diagnosticados en 855 el día previo, tenemos 12 ingresos en UCI y desgraciadamente un fallecido en los últimos 7 días. Estos nuevos brotes aunque preocupantes, son en la mayoría de los casos asintomáticos o con síntomas leves, por lo tanto no estaríamos ante una segunda oleada, sino la misma oleada de COVID19, pero con un ejército de células T como elemento central de nuestra inmunidad celular adaptativa que permiten a los nuevos infectados pasar la cuarentena sin síntomas o con síntomas leves.

Esperemos y confiamos que al visualizar el desenlace próximo de estos episodios tan dramáticos que nos ha tocado vivir, no sea demasiado tarde, y que junto al 1 % de la población española que ha dejado a muchos de sus familiares sin la posibilidad de despedirse en los momentos finales de su vida, nos perdamos el resto de la comunidad, el tejido socioeconómico de nuestro país. Tal como sostiene un colega del “Albert Eisntein College of medicine” no existe dentro de una parte de la comunidad médica unanimidad para continuar con las severas restricciones a la actividad de la gran mayoría de la población y como es difícil desarrollar y probar completamente vacunas frente al COVID19 en escalas de tiempo de uno o dos años, sólo nos queda nuestro sistema inmune. Pensamos que ya se está librando la batalla con resultados satisfactorio si se confirman el carácter asintomático o síntomas leves de estos rebrotes.

Quizás la única protección que tengamos a corto plazo para hacer frente a futuras oleadas de COVID19, sea un sistema inmunológico con una inmunidad adquirida entrenada y saludable capaz de neutralizar a la virulencia de este reconocido virus o una inmunidad innata potenciada para actuar en las primeras horas de invasión de cualquier nuevo virus emergente en un futuro próximo.

COVID-19, un protagonista que quizás haya reactivado nuestra esperanzas en nuestra inmunidad.

Xavier Férez Ruiz

 
 
 

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