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TRATAMIENTO COVID-19 ¿Remdesivir?….¡Hola de nuevo¡

  • Foto del escritor: xavierferezruiz@gmail.com
    xavierferezruiz@gmail.com
  • 24 abr 2020
  • 5 Min. de lectura

Ferez Ruiz Xavier: Consultor técnico-científico de ADERAVA www.aderava.com


La investigación básica se abre camino paso a paso y siempre con unos medios económicos muy justos que le ha permitido sobrevivir pero avanza, mientras que la investigación clínica con mayores medios se estanca a veces. El remdesivir ya fue testado en ensayos preclínicos y clínicos (fase 2) para coronavirus hace más de 5 años.

¿Qué está pasando?¿Por qué hemos perdido esos años y estos meses en comprobarlo?


Cuando todavía estamos viviendo en nuestros hogares el encierro y distanciamiento social que ha ocasionado esta pandemia de COVID19, ya comenzamos a ver al final de este oscuro túnel, la hora de poder retomar nuestras vidas. Nuestra seguridad inmunológica no será firme hasta que pongamos a disposición de la población un tratamiento eficaz. Es por ello que ha llegado el momento y lo estamos viendo en los medios de comunicación, de ver innumerables candidatos para este fin, junto al nombre de aquellas instituciones que lo investigan o publicitados con las marcas de industrias farmacéuticas que ahora sí pretenden llamar nuestra atención.

La investigación científica en Biom edicina aplicada o de interés clínico para el desarrollo de un tratamiento contra la infección de patógenos raros o considerados exóticos nunca despertaron el interés del sector privado. Un tratamiento que sólo unas pocas personas podrían necesitar no justifica y no son unos incentivos económicos suficientes para la inversión que ello supone. Los candidatos a tratamientos para enfermedades raras fruto de la investigación básica no suelen pasar a la investigación clínica a pesar de la solidez de sus estudios preclínicos que las evalúan.

Ahora parece que ha llegado el momento y que se han descubierto de repente nuevos tratamientos que deben pasar por los filtros y evaluaciones sanitarias pertinentes. Pero no nos engañemos, por favor, muchos de estos candidatos ya han estado conviviendo con los investigadores básicos desde hace ya varios años y ya han demostrado científicamente sus bondades farmacológicas desde pruebas “in vitro” hasta pruebas “in vivo”, desde mamíferos roedores hasta mamíferos no roedores, desde primates no humanos hasta primates humanos, cuántas más pruebas deben realizarse, o es que todo lo que hemos realizado y publicado hasta ahora no valía. No tenemos ni un minuto que perder. Si un fármaco ha sido probado en investigación básica “in vitro” para luego probarlo en cultivo celulares “in vivo” y después aplicarlo a un modelo animal de laboratorio como los mamíferos roedores o incluso a los primates no humanos con éxito, le habrá permitido abrir las puertas de las fases de un ensayo clínico. E incluso una autoridad como la agencia estatal del medicamento habrá permitido su uso compasivo en condiciones particulares. Pues bien cómo es posible que se estén anunciando para posibles candidatos al tratamiento de este COVID-19, a unos fármacos cuya literatura científica ya ha dado pruebas de su eficacia antiviral preclínica en una amplia gama de otros coronavirus, incluso en fase clínica I y II de la propia OMS.

Podríamos mencionar algunos casos pero si me lo permiten, me gustaría centrarme en uno cuyas cadenas de noticias están recogiendo cada vez con mayor frecuencia, me refiero al remdesevir (Fig.1.)






Fig1. Remdesivir La investigación básica siempre se ha caracterizado por su falta de apoyo económico, a pesar de ello, pero siempre ha estado detrás del desarrollo de medicamentos. Y no podía ser menos en el caso del virus del Ébola (EBOV). Estas investigaciones han tenido lugar desde hace varias décadas atrás, aunque principalmente por las preocupaciones de las autoridades por un posible uso del agente patológico como arma biológica de categoría A y se intensificaron hace unos años, por la aparición de algunos brotes de virus emergentes como los ocurridos simultáneamente en 2012, que involucraron a unos virus de la familia de Filovoridae, un filovirus emergente aislado en el 2007, que incluyen el virus del Ébola (EBOV), el virus de Marburg (MARV), el virus de Ravn (RAVV), el virus de Sudán (SUDV) y el virus de Bundibugyo (BDBV), los cuales producen fiebres hemorrágicas víricas graves en humanos. Esta aparición independiente y simultánea de distintos filovirus llamó la atención a los investigadores y autoridades en la necesidad de identificar y desarrollar un producto antiviral eficaz de amplio espectro. Sentaron las bases para el descubrimento del remdesevir.

Hasta el 2013 las investigaciones básicas acerca de estas enfermedades contagiosas se limitaban a unos cuantos institutos de investigación en todo el mundo, pues eran consideradas infecciones exóticas que afectaban a un número muy bajo de casos y cuya tasa alta de letalidad impedía la evaluación adecuada de cualquier ensayo clínico, pues no había tiempo de tratar directamente con los pacientes enfermos. Lo que implicaba que la licencia de una vacuna requeriría la aceptación de los datos obtenidos en modelos animales en lugar de su eficacia en humanos, lo que se conoce como la licencia de la regla animal o que se pudiera iniciar los estudios clínicos justo durante el brote, tiempo que estamos desaprovechando en estos momentos con el COVID-19. La regla animal se desarrolló por la agencia de medicamentos de los Estados Unidos, la FDA, que posibilita demostrar la eficacia de un medicamento al menos en un modelo animal, pues los estudios en humanos no son posibles o éticos.

Sin embargo en el 2013 el virus Ébola contraatacó con un brote de más de 11.000 fallecidos en África occidental y que recordaremos se exportó a Europa y América del Norte. A partir de este momento las investigaciones sobre la enfermedad por el virus Ébola pasaron a ser una prioridad mundial en salud pública para la organización Mundial de la Salud (OMS) específicamente para el ensayo en Liberia (PREVAIL) y el ensayo de Sierra Leona (ESFUERZO).

La magnitud de este brote de 2014-2016 combinado con su propagación a otros rincones del mundo, fue un shock y permitió que aflorasen rápidamente candidatos para su tratamiento, lo que demuestra que algunas instituciones u empresas ya habían estado involucradas en la investigación del virus Ébola algunos años atrás, como está ocurriendo con el caso del COVID-19. En aquellos meses del 2014 se estaban llevando a cabo al menos 40 ensayos clínicos con numerosos candidatos a fármaco terapéutico.

Uno de ellos era una molécula pequeña que podía inhibir directamente la transcripción y replicación viral al atacar la ARN polimerasa (Fig.2.) de varios virus como el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), el virus de la hepatitis C (VHC), el virus del Dengue (DenV) y uno ya muy conocido, también para el coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV). Esta pequeña molécula antiviral consistía en un análogo de nucleósido entre ellos el GS-5734, un profármaco monofosfato de un análogo nucleosídico de adenosina que había demostrado no sólo su eficacia en ensayos antivirales basados en células, sino más importante aún, protegió a los primates no humanos de la infección letal por el virus Ébola cuando se administró terapéuticamente a los 3 días posteriores a la inoculación y que en aquel entonces, ya se encontraba en la fase 2 de desarrollo clínico para el tratamiento de la enfermedad por el virus del Ébola.

Este profármaco GS-5734 conocido por los investigad ores básicos es el bautizado por la industria farmacéutica como el remdesivir.

Fig.2. RNA Polimerasa Y desde entonces, hace ya más de 5 años, se ha demostrado la eficacia de otros tantos inhibidores de la RNA polimerasa viral como el profármaco BCX4430 de amplio espectro, probado en más de 20 virus entre ellos el MERS-CoV y el SARS-CoV, es el momento de testar su eficacia, tanto para este como otros candidatos.

Por lo tanto algo está fallando en nuestro sistema, los investigadores básicos hemos realizado nuestro trabajo, ahora es el momento de hacer clínica de verdad, ahora que tenemos la pandemia encima, que disponemos de los enfermos. Ahora es el momento de aplicar el conocimiento básico de aquellos investigadores que publicaron sus descubrimientos y no repetirlos de nuevo en nuestros laboratorios estatales, no tenemos tiempo que perder, de esta manera tardaremos meses en disponer de una nueva vacuna.

“La ciencia avanza despacio, pero avanza paso a paso”, me dijo un día mi directora de tesis.

Por favor no repetir lo ya andado, esta sociedad no se lo merece, se está jugando mucho y debe saberlo.

Xavier Férez



 
 
 

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